Por Lucía Malvido

 

Hace algunas semanas, en medio de un encuentro improvisado, le pregunté a Mariana Ochoa (Estado de México, 1991), especialista del grabado en relieve, si me permitiría entrevistarla. Casi dos años atrás una amiga muy querida de ambas nos presentó e instantáneamente sentí curiosidad por su trabajo. Quería llegar a conocerla y pasar mayor cantidad de tiempo con ella. Con el asunto de la pandemia, esa perspectiva se alejó un poco pero recientemente volvimos a vernos. Ese día quedamos de encontrarnos el sábado antes de la Primavera. Me pareció un buen augurio que, antes de emprender camino hacia allá, me encontré con otra amiga que tenemos en común y la invité a acompañarnos. Nos reunimos en la Av. 20 de Noviembre, cerca del mediodía. Desde ahí caminamos juntas en fila india a través de las banquetas atiborradas de paseantes y comerciantes con destino al taller, a espaldas del centro histórico. Entramos a los intestinos de un edificio de bodegas por el pasillo de una juguetería y subimos las escaleras. Las personas trabajaban como hormigas en todos los rincones empacando mercancías, apilando cajas, cargando pesados bultos. Al llegar al vestíbulo del piso indicado cruzamos una puerta y, como una bomba de estruendo invertida, las voces y los sonidos del mundo exterior callaron de golpe. Tras la sombra fresca de un pasillo lleno de cajas de azulejos de colores, otra puerta y, dentro, finalmente, el taller. Una vez ahí, el protagonismo de la vieja prensa nos obligó a ocuparnos del asunto que nos convocaba. Aquel objeto mágico, algo obtenido con el esfuerzo de muchas experiencias, es una de esas cosas que llegan a ti para proponerte emprender una vida nueva.

 

 

Mariana estudió psicología en la UCSJ y se tituló en el año 2014 con una especialidad en neuropsicología de las adicciones, aunque siempre sintió una gran inclinación por la pintura y los procesos de producción en artes. En esa transición que ocurre tras el final de un episodio y el inicio de otro, aparecieron algunos estímulos que captaron su interés y empezó a frecuentar un espacio colaborativo llamado El Taller de la Imagen del Rinoceronte, ubicado en el viejo barrio de Tlalpan. Ahí pudo experimentar con las técnicas de grabado y las formas del trabajo comunitario. A veces, con sus compañeros, visitaban los estudios de artistas en la ciudad y otros estados de la República. Haciendo acopio de esa enorme cantidad de información y un montón de inspiración latente, en seguida Mariana puso manos a la obra, apropiándose de estos aprendizajes e incursionando de manera profesional no sólo en la plástica, sino además en la gestión. A finales del año 2015 había participado en tres importantes exposiciones mostrando su obra gráfica y desarrollando tareas logísticas. Desde entonces, su trayectoria se volcó casi completamente hacia el oficio de la impresión.

 

 

Entre 2015 y 2018, durante los períodos de residencia que realizó en La Ceiba Gráfica, Mariana fue discípula de la Mtra. Tania Montes de Oca. Allí tuvo una revelación de esas que te rescatan de tu ignorancia y de la manera prepotente y meritócrata que nos inculca la cultura contemporánea: Las otras personas no están obligadas a enseñarte. Como miembros de una sociedad postliberal, muchos de nosotros fuimos criados en la idea de que la educación es una garantía responsabilidad de alguien más, ya sea el Estado o la escuela privada, el profesor, la dirección, etc. Tú nada más te sientas ahí y recibes, todo el tiempo recibes, tampoco se te pide que devuelvas ni que des nada a cambio excepto dinero o alguna otra baratija. La Mtra. Montes de Oca tenía otra idea de la enseñanza, lejos del New Age y del “Hágalo Usted Mismo”, le pedía a Mariana involucrarse de otra forma, “Observa. Detente. No te aceleres… Explícame qué hice esta vez. Cuál es la diferencia entre esta textura y esta otra. Qué cambios hubo en el proceso. Percibe con detenimiento la tinta, el soporte, la solución, la matriz, la impronta…” Esas palabras tan bellas y enigmáticas que definen las técnicas de la estampa.

 

 

De esta forma a Mariana le fue heredado su oficio. Hoy, ella y su hermana Sol -apenas unos años mayor- son socias y mantienen su taller de grabado gracias al desarrollo de una empresa independiente llamada Azul Prusia que les permite capitalizar sus investigaciones en torno al diseño textil mediante la comercialización de piezas utilitarias. De un tiempo para acá, Mariana experimenta con una tesis muy interesante, basada en las formas del arte en la naturaleza. Comenzó recolectando hojas en sus travesías por la ciudad, cuestionándose qué pasaría si, en vez de dibujar una reproducción de la planta sobre una matriz, utilizara la planta misma como matriz, un modelo fiel y “vivo”, tratar de plasmar la arquitectura de esa vida en el soporte. Tras numerosas pruebas aparecieron otras inquietudes de orden político: “No puedo ir por ahí mutilando plantas, arrancándolas por capricho.” Eso la llevó a averiguar qué otros trabajadores utilizaban hojas en sus quehaceres, cómo las obtenían y, en los mercados especializados como Jamaica y Sonora, encontró marchantes que pudieran ser sus proveedores. Con esta conciencia en torno al mercado, vinieron otros saberes: nociones sobre las cualidades medicinales y religiosas de las plantas, cocina tradicional, y observaciones en torno a asuntos de orden global como la crisis climática y la explotación del campo. Mariana descubrió que las plantas, en su estructura morfológica, llevan un registro de estos acontecimientos y su impronta exhibe las mutaciones que sufren a causa de los venenos que se utilizan para fertilizar los megacultivos, las plagas, la sequía o el granizo. A través del tiempo, el uso de plantas como matrices de grabado también le ha pedido aprender sobre las características y particularidades que presentan durante el proceso de secado y las intervenciones que sufren al servir de estampas: cómo se modifica la impresión si las hojas están verdes, si están secas, si han sido utilizadas muchas veces cómo se van “petrificando” al absorber los minerales y químicos de las tintas, etc.

 

 

La prensa del taller es una hermosa máquina con un rodillo de 1.30 m de ancho, capaz de imprimir trabajos sobre papel, tela, madera y algunos otros soportes flexibles. Generalmente se utilizan tintas de offset ya que dan excelentes resultados y son mucho más económicas que las tintas de grabado tradicional. Mariana realiza impresiones de obra para otros artistas y ayuda a sus clientes en el proceso de impresión. Las matrices favoritas para grabar, además de las plantas, son el linóleo y la madera por sus características porosas, pero actualmente los creadores experimentan sobre plásticos más sólidos que exigen consideraciones especiales.

 

Para contactar con Mariana y Sol y agendar una sesión de grabado:
@marianaochoa.mm
@mariamilagrostextil

Para ver los diseños y productos de Azul Prusia:
@azulprusiamx

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