Apuntes sobre Selfie de Agostino Ferrente.

 

Sentimos la necesidad de mirar la realidad desnuda. Hacemos esta búsqueda solamente cuando entendemos que debemos madurar nuestra mirada del mundo, cuando sentimos la necesidad de ser responsables de nuestras elecciones. Nuestra conciencia crece especialmente en esos momentos en los que entendemos que debemos ir más allá de las apariencias. Recién entonces ponemos atención a lo que nos rodea y sólo allí descubrimos que la realidad se niega a ser tan neutra como nuestro realismo.

Agostino Ferrente realiza un filme profundamente humano y hermoso en Selfie (2019). Con una idea organizativa subversiva, utilizar el recurso que los teléfonos móviles ofrecen para consolidar el aislamiento del sujeto como partícula de la sociedad de consumo, y el culto al ego, para crear un retrato social, político y humanista del distrito de Traiano en Nápoles. Un lugar marcado por la marginalidad económica y social, funcional a la criminalidad orgánica que hoy se distingue en el mundo por la complicidad del estado. 

¿Podemos conocer ese mundo exterior? Coleccionamos impresiones, desgarros de la continuidad pasiva de la vida, fragmentos del programa subconsciente que controla el movimiento del mundo, pero no cabe en definiciones claras. La ideología se nutre de nuestros propios deseos y pasa inadvertida: sólo elegimos lo que nos dan a elegir. Unos pocos sabores, unos pocos partidos políticos, implicarnos en el crimen o permanecer pobres.

Un policía de Nápoles asesina a un joven por confundirlo con un fugitivo, sus mejores amigos tienen que acostumbrarse desde ese momento a persistir destrozados. Alessandro y Pietro tienen apenas 16 años, ellos son la cámara y los protagonistas de esta película que explora la inmensa fraternidad que los une, y también la fragilidad de sus emociones. Traiano, la antigua casa del poeta Giacomo Leopardi, es hoy un territorio forzado a la marginalidad.

Selfie no hace culto del crimen, ni lo condena, es un filme que entiende que toda la violencia social es el precio del orden político-económico. La belleza de la realidad consiste en que nunca se corresponde a nuestras expectativas, el secreto mismo de la vida se encuentra allí. Y esta belleza, cuanto más bella, exhibe que la violencia es el fruto pestilente de las relaciones de poder en el mundo.

 

Facundo Torrieri
aguilasalmon@gmail.com
Para: Black Canvas FCC, 2019